Todo estalló el día que en un arrebato de pura desesperación los libros, cuadernos y lapiceros empezaron a volar. Apenas llevábamos tres semanas de curso y hacer la tarea se había convertido en una auténtica batalla campal. Siempre esperaba al último minuto antes de ir a la cama para hacerla, en un abrir y cerrar de ojos, y no pasar vergüenza al día siguiente en clase.
Definitivamente el rechazo a todo lo relacionado con el cole y las tareas era más que evidente. Ya había reprimido y aguantado bastante, no podía más y necesitaba ayuda, nos la estaba pidiendo a gritos. Con solo 7 añitos, sus recursos para gestionar todo esto eran limitados, por lo que la llamada de auxilio por el sufrimiento generado era clara.
Pero ¿qué sucedía? Él nunca había tenido problemas a nivel académico, de hecho más bien era todo lo contrario, había aprendido a leer y escribir muy rápido y era un niño bastante espabilado. Todo parecían ser ventajas, una suerte, no un problema.
Acudimos a la tutoría desconcertados y algo superados. La profesora se sorprendió, en clase era el niño modelo, todo iba aparentemente rodado y le estábamos hablando de otra personita muy distinta. Buscábamos respuestas, y en un momento dado, la profesora nos comenta: “¿Habéis pensado en que puedan ser Altas Capacidades?”.
Así es como empezó una de las muchas historias que he podido escuchar en los últimos dos años.
Empiezas a leer, a informarte, y descubres que las Altas Capacidades es un mundo mucho más complejo de lo esperado, que va más allá de la típica imagen de “Superdotado” que todos tenemos en la cabeza.
Detrás de esas etiquetas preconcebidas de “niño/a listo/a” que siempre saca buenas notas, y es “perfecto/a”, porque es bueno/a en todo, hay mucho mito. Por eso la frase más habitual que te puedes encontrar es “A mí no me lo parece”.
Descubres la realidad de los perfiles de Altas Capacidades y su enorme diversidad, algo completamente nuevo que desconocías, como por ejemplo, la gran sensibilidad, la enorme empatía o la desbordante creatividad entre otras.
Las piezas comienzan a encajar, empiezas a entender muchas situaciones y comportamientos vividos hasta ese momento. Te das cuenta de que has sido testigo pasivo de la condición de tu hijo/a, debido al gran desconocimiento, y la realidad se muestra ante ti como una auténtica revelación con muchos sentimientos encontrados.
Entonces empieza el periplo de buscar ayuda. El paso lógico es el colegio, la primera barrera: no hay protocolos, no hay recursos, ni un verdadero conocimiento sobre el tema, no hay formación, incluso en muchos casos sientes el rechazo, el juicio, y la crítica que acrecienta la angustia y la frustración.
La Seguridad Social no tiene las competencias, y buscas ayuda en lo privado, solo quieres herramientas para poder ayudar a tu hijo/a. Tu objetivo es encontrar lo que necesita para ser feliz, pero la cruda realidad es que como una cobaya te van sometiendo a tests por un lado y otro, que demuestren si entras dentro del número. Lo que en muchos casos hasta genera un hastío y rechazo por parte de los pequeños a todo este proceso.
Y si por un casual, el niño/a tiene una doble excepcionalidad, como un gran redoble de tambor, la cosa se complica aún más. No hay mucho conocimiento sobre el tema, ni profesionales o expertos, los test dan falsos negativos y estos niño/as se vuelven invisibles al sistema. En esos casos la soledad es máxima.
Pero ¿qué pasa cuando por fin se consiguen superar las barreras?, pues que en la gran mayoría de los casos, dentro de los centros escolares no se toma ningún tipo de medida o son insuficientes. Si bien es cierto siempre hay excepciones, que como un oasis en el desierto, nos ocuparemos de apoyar y visibilizar.
Y esta es la gran razón por la que nace LUCIDUS. Estos últimos años de pandemia han sido duros para las familias de niños/as con perfil de Altas Capacidades, ya que no había apoyo por parte de los centros escolares por el confinamiento, y todo estaba muy restringido.
Un pequeño grupo de WhatsApp, resiliente de un anterior proyecto de IMACCYL con la UBU, fue el refugio en el que se guardó la semilla que ha gestado este proyecto. En él se compartía información, podías contar la crisis del día, la frustración, la rabia, la culpa y sentir el calor y apoyo del grupo sin juicio alguno.
Era necesario que las familias y los niños/as tuvieran un sito propio. Un lugar seguro en el que poder sentirse comprendidos, escuchados y pudieran ser ellos/as mismos/as.
En enero de este año, gracias a la disposición de Miguel y Yolanda, ACYLAC vino a presentarse a Burgos. Nos contaron lo que ellos estaban haciendo, nos abrieron la puerta de su casa, y nos dejaron entrar. Varias familias acudieron a la llamada, y el boca a boca hizo que el grupo creciera.
Hemos organizado varias visitas, excursiones, nos hemos divertido, nos hemos conocido y hemos conectado. Y sin darnos apenas cuenta de forma natural y espontánea hemos creado nuestra propia comunidad. Un lugar en el que nos hemos sentido cómodos hablando de nuestra condición. Hemos intercambiado experiencias, información, y sobretodo hemos aconsejado y acompañado.
Este ha sido un gran año, ya que a la sombra de ACYLAC, se han formado tres nuevas asociaciones de Altas Capacidades en Castilla y León. En Zamora “ACIZamora”, en Palencia “APAC” y en Burgos “LUCIDUS”. Todas ellas hermanas y compañeras, que unidas compartimos y colaboramos por un objetivo común. Arropar a nuestra gente, mostrar la realidad de las Altas Capacidades, y con orgullo sano apostar por un mejor futuro para nuestra tierra.
LUCIDUS hoy abre sus puertas a todas aquellas personitas con perfil de Altas Capacidades y sus familias, adultos y profesionales interesados, así como a todas aquellas entidades dispuestas a colaborar y apoyar una causa que apuesta con cariño y generosidad por el potencial y el talento de los nuestros.
¡Enhorabuena familias!
La presidenta